domingo, 21 de diciembre de 2008

Adicado a Alexandros Grigoropoulos

Rúa treboenta de escuridades,
no murmurio silencioso
está a rir a noite estrondosa,
cando un lóstrego de arrepío
cae iracundo sobre Alexandros
asolagando a súa mirada
cun pano de sombras e morte.

Horror!

Mais a luz do lóstrego
non tarda en iluminar tamén
a conciencia dos aldraxados
estendendo o nefando andazo
do odio e a xenreira.

Horror!

Entón sucede que caen
os fortes e os febles,
e que tamén choran
os ledos e os tristes,
e comeza a arder
o propio e o alleo.

Horror!

Fume e bágoas en Atenas
por Alexandros Grigoropoulos.

jueves, 11 de diciembre de 2008

La Notte




"Esta mañana tú aún dormías y yo estaba despierto. Poco a poco, saliendo del sueño, he sentido tu respiración ligera. Entre el pelo que te tapaba la cara te he visto los ojos cerrados. He sentido cómo la conmoción se me ponía en la garganta y tenía ganas de gritar y despertarte porque tu cansancio era demasiado profundo y mortal. En la penumbra, la piel de tus brazos y tu cuello estaba viva y yo la sentía tibia y seca. Quería pasarte los labios por encima pero la idea de perturbar tu sueño y de tenerte despierta entre mis brazos me retenía. Prefería tenerte así, como algo que nadie podía quitarme porque sólo yo lo poseía. Una imagen tuya para siempre. Más allá de tu rostro, veía algo más puro y profundo donde me reflejaba. Te veía a ti en una dimensión que comprendía todo mi tiempo de vida, todos los momentos futuros y hasta los vividos antes de conocerte. Éste era el pequeño milagro de un despertar, sentir por primera vez que tú me pertenecías no sólo entonces, y que la noche se prolongaba para siempre, a tu lado, en el calor de tu sangre, de tus pensamientos, de tu voluntad que se confundía con la mía. Por un momento, he entendido cuánto te amaba, Lidia, y ha sido una sensación tan intensa que se me han llenado los ojos de lágrimas. Era porque pensaba que esto no debería terminar nunca, que toda mi vida debería ser como el despertar de hoy, sentirte ya no mía, sino una parte de mí, algo que respira conmigo y que nada podría destruirlo sino la torpe indiferencia de una rutina que veo como única amenaza. Luego, te has despertado y sonriendo, aún adormecida, me has besado, y yo he sentido que no debería temer nada, que nosotros siempre estaremos como en ese momento, unidos por algo que es más fuerte que el tiempo y que la rutina"

- ¿De quién es esa carta?
- Es tuya.


La notte. Michelangelo Antonioni