la última estrella del alba
anunciaba un sol radiante.
Ningún rastro de nubes,
ningún velo de bruma
sobre el cielo infinito.
El aliento de la brisa
era tan dulce en la cara
que parecía murmurar
a los pétalos del corazón:
“la vida es dulce”
anunciaba un sol radiante.
Ningún rastro de nubes,
ningún velo de bruma
sobre el cielo infinito.
El aliento de la brisa
era tan dulce en la cara
que parecía murmurar
a los pétalos del corazón:
“la vida es dulce”
Dionysios Solomos
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